Esta semana visité un almacén y pensé dos veces antes de hacer mi compra. En la caja había un letrero que decía, "No se hacen cambios ni devoluciones". ¿Cómo así? ¿Puedo comprar lo que quiera pero luego no puedo cambiarlo? Eso no me gusta.
Muchos cristianos creen que este concepto describe la forma en la que Dios nos ofrece la salvación. Piensan que podemos aceptar libremente la salvación que Dios ofrece. Pero que, una vez aceptado el regalo, la salvación se vuelve irrevocable. Ya no podemos cambiar de parecer. Los wesleyanos creemos que Dios, en lugar de tomar la decisión por nosotros, nos permite decidir si queremos seguir a Cristo. Luego nos permite usar nuestro libre albedrío a lo largo de nuestra vida para afirmar o abandonar esa decisión si así lo queremos. ¿Por qué creemos esto?
En la Biblia abundan las referencias, advertencias y ejemplos, de creyentes genuinos que se apartaron de Dios. Considere estas referencias. Hebreos 3:12-14, escrito a los creyentes, advierte sobre el "corazón pecaminoso e incrédulo que los haga apartarse de Dios". El pasaje continua diciendo que no se "endurezcan por el engaño del pecado" y anima a los creyentes a "retener firme hasta el fin la confianza que tuvimos al principio".
De igual manera, Hebreos 6:11-12 anima a los creyentes a empeñarse "hasta la realización final y completa de su esperanza". Nos anima a no ser perezosos y resalta a los santos que ejercieron las virtudes de la fe y la paciencia hasta que recibieron su herencia. Hebreos 10:38 reitera el principio bíblico esencial de complacer a Dios a través de la fe. Además establece lo opuesto a ese principio—si renunciamos a la fe, no podremos complacerle. Las tres referencias llevan implícito la opción de rechazar a Cristo.
Algunas personas dirían que el creyente que rechaza a Cristo en realidad nunca creyó. Sin embargo, estos pasajes no cuestionan la autenticidad original de la fe de los que se apartaron. La Biblia nos advierte contra apartarnos involuntariamente y también de decidir voluntariamente rechazar a Cristo. Las advertencias en contra de apartarnos, como la de Hebreos 2:1, nos indican esa posibilidad. ¿Cómo es que nos apartamos?
Así como los esposos y esposas o padres e hijos descuidan sus relaciones y se van apartando, así los cristianos pueden cambiar sus prioridades y eliminar a Dios del primer lugar en cada área de su vida. El peligro es sutil pero real. Hebreos habla de rechazar voluntariamente a Cristo en 6:4-6 y 10:26-27. Algunas personas han interpretado estos pasajes diciendo que un creyente ya no puede ser perdonado de sus pecados luego de haber aceptado a Cristo. Si esta interpretación es verdadera, entonces solo tenemos una oportunidad para arrepentirnos en la vida. El balance que hacen las escrituras no sustenta esa interpretación. Más bien estos pasajes significan que tales pecados no pueden perdonarse mientras la persona mantenga una actitud o mentalidad que rechaza a Cristo.
La Biblia ofrece ejemplos de personas que confiaron en Dios para su salvación, tuvieron comunión con Él, siguieron Su voluntad y luego, más adelante en su vida, lo rechazaron. Sin lugar a dudas Dios bendijo a Saúl, el primer rey de Israel. Al final, Dios lo rechazó como rey porque se apartó de Dios y le desobedeció (1 Samuel 15:11).
Jesús invitó a Judas a servir en una posición de privilegio como uno de Sus 12 apóstoles. Jesús probablemente lo eligió por su talento, habilidad y potencial. Sin embargo, al final, Judas rechazó a Jesús. Creemos que la breve referencia que hace Pablo sobre Himeneo y Alejandro en 1 Timoteo 1:19-20 sugiere que fueron creyentes que posteriormente rechazaron a Cristo. Su blasfemia destruyó su fe. Saúl, Judas, Himeneo y Alejandro, ejemplifican a personas que siguieron a Dios pero más adelante renunciaron a su compromiso con Él.
Esta discusión a menudo surge en forma de la pregunta: "¿puedo perder mi salvación?" Si se refiere a "perder" como cuando se pierde un lápiz, le diría, "probablemente no". El Espíritu Santo fielmente le indicará cuando esté abandonando su compromiso y relación con el Padre o de actos de pecado que deben corregirse. Él quiere que disfrutemos una vida eterna con Él aun más que lo que nosotros mismos la queremos. Si de manera inadvertida nos desviamos o cometemos un error, Él no retirará su salvación de nosotros de un día al otro.
Sin embargo, si se refiere a "perder" mediante el rechazo, una vida en voluntaria desobediencia a la voluntad conocida de Dios o rompiendo su relación con Él, le diría, "definitivamente". Dios respeta nuestro libre albedrío mucho como para forzar su plan de salvación sobre nosotros. Nos invita a recibir este increíble regalo al perdonarnos de nuestro pecado pasado. Luego establece una relación con nosotros. Perdón y relación son dos aspectos necesarios de la salvación.
Dios puede salvarnos solo si mantenemos una relación con Él. Confiar en Cristo como nuestro salvador implica un corazón sensible y fiel a esa relación. La unión vital con Cristo nos protege contra perder nuestra salvación por cualquier motivo.
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