Quizás ya estamos cansados de la palabra amor. La gente habla del amor, le canta al amor, pero parece no existir mayor amor entre los vecinos o los pueblos. A pesar de todas las palabras y música que se hace sobre el amor, parecería que las personas hoy en día no tienen una mejor comprensión del amor que la que tenían los gálatas en la antigüedad.
Los gálatas habían perdido el rumbo. A pesar de haber recibido la salvación por la gracia de Cristo, algunos por ahí estaban enseñando que para ser verdaderos creyentes tenían que obedecer ciertos reglamentos. El punto central era la circuncisión. La respuesta de Pablo fue muy clara: la gente que estaba detrás de esas enseñanzas estaba tratando de regresar a la justificación por la Ley y habían menospreciado la gracia de Cristo (5:4). “Libertad” era otra palabra muy utilizada por Pablo cuando le hablaba a los gálatas (vv. 1, 13). Cristo había liberado a los gálatas de la circuncisión y de cualquier otro reglamento que pudiera imponérseles. Lo que en realidad le interesa a Dios, dice Pablo, no es obedecer reglamentos sino la “fe que obra a través del amor” (v. 6).
Pero la gente puede usar varios significados de amor y libertad para justificar propósitos completamente opuestos a la voluntad de Dios. Recordemos que las palabras se las lleva el viento y luego viene el desorden, basta con ver el mundo a nuestro alrededor. Entonces, ¿qué debemos hacer? ¿Será que tal vez lo que decían los gálatas no era tan malo después de todo? Porque por lo menos sus reglamentos le daban propósito a las cosas.
Pablo abordó esto de otra manera. Nos dice que no utilicemos nuestra libertad para los deseos pecaminosos, la naturaleza carnal (5:13). La libertad cristiana es el resultado del trabajo del Espíritu, y cuando los creyentes caminan en el Espíritu, no llevan con ellos las obras de la carne (vv. 16-17). Luego de describir los frutos que produce nuestra naturaleza pecaminosa (vv. 19-21), Pablo describe el fruto que produce el Espíritu (vv. 22-23). En una palabra Pablo dice que el fruto del Espíritu es amor. ¿Pero qué se entiende por amor? En pocas palabras Pablo señala lo que el amor trae consigo: alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio.
Las palabras de Pablo son claras. Como el Espíritu lo recibimos por gracia (3:2), todo lo que nos corresponde ahora es caminar en el Espíritu (5:16, 25). Si somos guiados por el Espíritu, el amor que describe Pablo caracterizará todo lo que hacemos y no necesitaremos más reglamentos. El amor y la libertad van de la mano.
Dicho de otra manera, Pablo se refiere a lo que Jesús dijo sobre la Ley. La ética de todos los reglamentos de la Ley que los gálatas estaban tan preocupados por hacer cumplir podrían resumirse en una frase: “Ama a tu prójimo como a ti mismo.” (5:14)
El amor como fruto del espíritu no es egocéntrico sino que respeta y sirve a los demás. Por eso no es sorpresa que Pablo utilice la palabra “crucificado” cuando explica el significado del amor a los gálatas. El uso que el apóstol le da a esta palabra en 5:24 nos recuerda lo que dice en 2:20: “Con Cristo he sido juntamente crucificado; y ya no vivo yo, más vive Cristo en mi.” Eso es el amor. Todo lo que nosotros pretendamos añadirle le quita Su esencia.
Los gálatas habían perdido el rumbo. A pesar de haber recibido la salvación por la gracia de Cristo, algunos por ahí estaban enseñando que para ser verdaderos creyentes tenían que obedecer ciertos reglamentos. El punto central era la circuncisión. La respuesta de Pablo fue muy clara: la gente que estaba detrás de esas enseñanzas estaba tratando de regresar a la justificación por la Ley y habían menospreciado la gracia de Cristo (5:4). “Libertad” era otra palabra muy utilizada por Pablo cuando le hablaba a los gálatas (vv. 1, 13). Cristo había liberado a los gálatas de la circuncisión y de cualquier otro reglamento que pudiera imponérseles. Lo que en realidad le interesa a Dios, dice Pablo, no es obedecer reglamentos sino la “fe que obra a través del amor” (v. 6).
Pero la gente puede usar varios significados de amor y libertad para justificar propósitos completamente opuestos a la voluntad de Dios. Recordemos que las palabras se las lleva el viento y luego viene el desorden, basta con ver el mundo a nuestro alrededor. Entonces, ¿qué debemos hacer? ¿Será que tal vez lo que decían los gálatas no era tan malo después de todo? Porque por lo menos sus reglamentos le daban propósito a las cosas.
Pablo abordó esto de otra manera. Nos dice que no utilicemos nuestra libertad para los deseos pecaminosos, la naturaleza carnal (5:13). La libertad cristiana es el resultado del trabajo del Espíritu, y cuando los creyentes caminan en el Espíritu, no llevan con ellos las obras de la carne (vv. 16-17). Luego de describir los frutos que produce nuestra naturaleza pecaminosa (vv. 19-21), Pablo describe el fruto que produce el Espíritu (vv. 22-23). En una palabra Pablo dice que el fruto del Espíritu es amor. ¿Pero qué se entiende por amor? En pocas palabras Pablo señala lo que el amor trae consigo: alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio.
Las palabras de Pablo son claras. Como el Espíritu lo recibimos por gracia (3:2), todo lo que nos corresponde ahora es caminar en el Espíritu (5:16, 25). Si somos guiados por el Espíritu, el amor que describe Pablo caracterizará todo lo que hacemos y no necesitaremos más reglamentos. El amor y la libertad van de la mano.
Dicho de otra manera, Pablo se refiere a lo que Jesús dijo sobre la Ley. La ética de todos los reglamentos de la Ley que los gálatas estaban tan preocupados por hacer cumplir podrían resumirse en una frase: “Ama a tu prójimo como a ti mismo.” (5:14)
El amor como fruto del espíritu no es egocéntrico sino que respeta y sirve a los demás. Por eso no es sorpresa que Pablo utilice la palabra “crucificado” cuando explica el significado del amor a los gálatas. El uso que el apóstol le da a esta palabra en 5:24 nos recuerda lo que dice en 2:20: “Con Cristo he sido juntamente crucificado; y ya no vivo yo, más vive Cristo en mi.” Eso es el amor. Todo lo que nosotros pretendamos añadirle le quita Su esencia.
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